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domingo, 25 de enero de 2015

Charlie-Hebdo: está todo perdonado

“Tout est pardonné” : Interpretación y comentario

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¿De quién se trata en este dibujo?

El personaje dibujado, (que puede ser visto como Mahoma, pero también como cualquier musulmán saudí wahaabita), con su cartel de “Je suis Charlie” y la lágrima que denota arrepentimiento, puede representar a todos los que sufrieron los asaltos de los agudos lápices de Charlie-Hebdo, a los que fueron objeto de sus ironias aceradas. Puede representar sin duda también a todos los políticos famosos que se pusieron a la cabeza de la multitud con sus carteles de “Je suis Charlie”.

¿Dónde está el chiste?

Tout est pardonné” se traduce como “Está todo perdonado”. Nosotros entendemos: todo está perdonado, tanto de un lado como del otro, desde los asesinatos de periodistas y funcionarios perpetrados por los terroristas, hasta las burlas antireligiosas y las insolencias que la revista Charlie-Hebdo profiere cada semana. Sobre la sangre inocente derramada, todos saciados, todos vengados, todos arrepentidos, todos perdonados. Despues de la hecatombe, el perdón. Las Euménides después de las Erinias.
La carátula nos invita, pues, a imaginar una gran reconciliación de todos con todos, hasta con los más feroces enemigos. Después de los atentados que diezmaron a su redacción y que dejaron tendidos en un charco de sangre a su director y otros dibujantes, entre otros custodios, policías y periodistas, Charlie-Hebdo hace una broma, anuncia un ficticio perdón, compromete a una autoridad religiosa, que además imagina arrepentida. Cuando terminamos de descifrar este mensaje, nos sube una risa amarga, una carcajada ahogada por un sollozo.

Risa amarga

Una risa gatillada por la diferencia descomunal, por la desproporción grotesca entre un crimen sangriento y una sátira, aunque ésta sea de mal gusto. Una risa amarga porque sabemos que no es cierto, que nada está perdonado, que el humor sigue condenado a muerte, que los fanáticos no están dispuestos a respetar la libertad de crítica y de expresión, que seguirán matando y secuestrando, que seguirán cortando cabezas de librepensadores. Una risa amarga porque  la reconciliación y el respeto de la libertad de pensamiento es un bello sueño, y nada más.
Nadie tiene dudas de que la tapa de Charlie es un chiste, que no es cierto, que los fanáticos no están arrepentidos, que seguirán intentando amordazar por todos los medios a la expresión crítica, así como es seguro también que los humoristas de Charlie-Hebdo seguirán, si pueden, con sus dibujos y sus chistes irreverentes, sin respeto por los monstruos sagrados del Estado y la Religión. Los fanáticos, y no solo ellos, seguirán persiguiéndolos, haciéndoles juicio, tratando de asfixiarlos financieramente, ignorándolos, ninguneándolos o algo peor, más allá de esta corta tregua y fugaz simpatía.

La gran misa republicana

Las manifestaciones espontáneas y el liderazgo de Holllande

La gran misa republicana que se ofició en Francia en los dias siguientes, en especial el domingo 11 de enero en París, fue un suceso extraordinario, un hecho histórico, pero hace falta desentrañar su significado, más allá de su magnitud impresionante.
Hollande, Sarkozy, Abbas, Netanyahou, Marine Le Pen, el Papa, el Gran Mufti y el Gran Rabino, y todos los que fueron blanco de las sátiras sangrientas (en el sentido figurado, por favor no confundir) de Charlie-Hebdo, ese día “fueron Charlie”.
El cartel “Je suis Charlie” era llevado por muchos de los personajes que los lectores del semanario ya conocían por las caricaturas crueles y los chistes irrespetuosos que los tenían como blanco predilecto, chistes agudos e inteligentes, de esos que duelen porque hacen pensar.
La presencia en persona o en mensaje de esas personalidades y jefes de Estado intriga porque todo indica que se les importa un rábano de Charlie-Hebdo, y habían hecho muy poco frente a las amenazas, presiones y atentados sufridos por el semanario con anterioridad.
La explicación de este fenómeno está, creo yo, en el hecho de que detrás de ellos venían otros cinco millones de personas. Y esos cinco (tres, cuatro, seis, qué sé yo) millones de personas, es gente a quienes los que iban adelante, en esa primera línea de famosos y potentes, quieren agradar y conducir. Buen olfato politico, Hollande y sus colegas. Las manifestaciones espontáneas empezaron el día mismo de los atentados y el hashtag #JesuisCharlie se propagó como un relámpago de indignación, lanzado por un periodista de otra publicación, Joachim Roncin. La presidencia francesa asumió el liderazgo citando la manifestación del domingo 11, poniendo los recursos del estado en acción, y no hay que olvidar que esto sucede en el contexto de los desafíos del Estado Islamico y de Boko Haram, que son un candente problema de estado en toda Europa.

¿Por qué la multitud?

Seguramente la mayoría de las personas que acompañaron la manifestación y exhibieron un Je suis Charlie, nunca en sus vidas habían leído el semanario; y es posible y probable que de haberlo leído se habrían sentido ofendidos y disgustados. No por casualidad. Charlie-Hebdo era y seguirá siendo una publicación atea y antireligiosa combativa, minoritaria a sabiendas. Sus periodistas son de ideas radicales y les gusta proclamarlas, su lugar en el paisaje de la cultura es el margen crítico sin compromisos, ello es su identidad y su marca de fábrica. Los ofendidos son legión. Charlie-Hebdo ha sido acusado de antisemita, islamófobo y machista. No hay pecado que no les haya sido endilgado.
La presencia de esos millones de “Je suis Charlie” requiere pues explicación, es importante, debemos descifrar qué significa, porque es claro que su sentido no está dado por la cohorte de jefes de Estado y de partido que abría la marcha. Lejos de ello, al contrario, es la multitud la que dio sentido y causa a la presencia de los jefes de Estado que se pusieron a la cabeza.
Una falange de represores, en obra o potenciales, que homenajean y hacen votos por la libertad de expresión, es el homenaje del  vicio a la virtud. Es algo para festejar, porque es un compromiso contraído contra el cual se puede arrinconar a los que intenten coartarla.
El sentido de la presencia de tanta gente en la manifestación del domingo 11 de enero de 2015 es, a mi entender, la reacción contra la ofensa brutal a la libertad, la defensa de ese bien precioso de la convivencia republicana, es la vigorosa afirmación de la esencialidad de la libertad de expresión. Charlie-Hebdo la ejercía hasta sus límites, por eso defender la libertad de Charlie es defender el territorio sagrado de nuestros derechos.

Larga vida a Charlie-Hebdo, al Canard Enchaîné y a Punto GG

Esencial es la critica, esencial es la sátira, esencial es el humor en cualquier comunidad política que se pretenda libre para decidir su destino, especialmente cuando se ejercen con audacia y honradez.
Por eso les deseo una larga vida a Charlie-Hebdo, al Canard Enchaîné, a Punto GG. Que vivan y que prosperen. Suis-je Charlie?


jueves, 8 de enero de 2015

Atentado contra Voltaire

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(Tapa de Charlie-Hebdo del 7 de febrero de 2007: los tres mojigatos contra la libertad. Dibujo de Cabu.)

Salvaje y cobarde. Vestidos de negro, encapuchados, enmascarados, armados de fusiles de asalto Kalashnikov, entraron en la sede del semanario Charlie Hebdo, irrumpieron en la reunión de la redacción y dispararon contra los periodistas presentes.
Entre otros genios, custodios y personas comunes, todos pacíficos y trabajadores, asesinaron al dibujante Cabu (Jean Cabut), uno de los que más influencia tuvo sobre mí en las épocas de adaptación a la vida francesa, uno de los que más admiro y sigo, aún hoy.
La lectura de Charlie Hebdo en aquella época, fines de los 70, con los fuegos del 68 (francés y uruguayo) todavía ardiendo, en plena crisis personal de ideas y de vida, saliendo de una ideología anarco-leninista, cambiando de profesión, de pareja, de país y de entorno social, y tratando de guiar a mis hijos y de salvarlos del caos que era mi existencia en ese momento, hizo un impacto profundo y duradero en mi alma.
Aprendí francés en Charlie Hebdo. El idioma francés y un modo de usarlo. A usarlo en la ironía, en el análisis penetrante, sin ilusiones, confiando en la razón, en la gente, en la libertad.
Hubo otras publicaciones y otros autores, y otros dibujantes, además de Cabu. Hubo filósofos, ensayistas, poetas, novelistas, dramaturgos y cantautores. Pero yo me identificaba con el espíritu de Charlie Hebdo, que me convenía perfectamente, que me ayudaba a vivir y a integrarme, con el que me sentía a gusto, a la vez coherente con mi pasado y abierto a mi porvenir.
El idioma francés y el espíritu de la Ilustración es lo que Charlie representaba. La substancia de la prédica de Cavanna (fundador, mentor de todos ellos, editorialista, novelista) era la libertad y el derecho a saber, el papel sacrosanto del escritor (incluir dibujantes, cineastas, poetas, etc.) en la sociedad que se quiere democrática. El principio de ser irónico, irrespetuoso, antidogmático, atravesaba toda la trayectoria de Charlie Hebdo, empezando por la hazaña de subsistir sin publicidad, todo a lo largo de su existencia. En eso solo lo iguala y supera Le Canard Enchaîné, con sus casi 100 años de existencia sin publicidad, otra referencia de mi desarrollo intelectual en Francia. No conozco otro ejemplo de publicación de alcance nacional, en Francia o en cualquier otro lado, que dependa solamente de la venta, que pueda existir sin publicidad, que sea por ese motivo completamente independiente del mundo de la empresa y del Estado, que solo sirva a sus lectores, y a nadie más. Si alguien conoce algún otro, que me informe, por favor.
Charlie es una manifestación del espíritu de la Ilustración, representado en la historia por Voltaire, quien no era independiente del Poder, pero que se malquistó con más de uno, y marcó los espíritus en Francia y en todo el mundo. Es a Voltaire, a sus pares y herederos que el fanatismo integrista quiere destruir hoy (y no me refiero solamente a los fanáticos del Islam, porque los hay de todas la religiones, y son igualmente perniciosos). El atentado de ayer, miércoles 7 de enero de 2015, es un atentado contra Voltaire.

Dibujo de Wolinski de 1977 (ca.), que representa bien la crisis de ideas de la época:
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Dibujo de tapa de Charlie-Hebdo, de Reiser, 9 de junio de 1977: “¡No desesperar!”

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jueves, 1 de enero de 2015

La Djihad islámica no es la Guerra de España - La “inversión maligna”

Hace un par de meses (el 4/09/2014), en un programa de comentarios sobre política internacional de la Deutsche Welle, “Cuadriga”, escuché algo que me dejó pensando y me recordó la “inversión maligna” de la que habla Michel Tournier, el escritor francés.
Hablaban de la Djihad (la Guerra Santa) en Siria y en Irak, de la afluencia de reclutas que iban en todo el mundo, especialmente de Europa, de Francia, del Reino Unido y de Alemania, de jóvenes que afluían a combatir, a matar y a morir por la imposición del Estado Islámico, como esos ingleses que se exhiben decapitando a un periodista compatriota. Una panelista comparó, qué digo, ¡igualó! el fenómeno djihadista al de las Brigadas Internacionales que combatieron en la Guerra de España.

Entre el fenómeno djihadista y las Brigadas Internacionales media una inversión maligna de valores y principios.
La inversión está en el hecho de que, a pesar de todas la barbaridades (actos de barbarie) que se cometieron en la Guerra de España, a pesar de las luchas intestinas y de la intervención de la Internacional Comunista, a pesar del dogmatismo estalinista, de la rigidez principista de los anarquistas, la convocatoria de la Guerra era al combate contra el nazismo y el fascismo, una causa que atrajo a jóvenes demócratas de los más diversos horizontes ideológicos que querían luchar por la libertad, que se inspiraban en valores universalistas y de libre pensamiento. Mientras que la Djihad es todo lo contrario, es un designio oscurantista y liberticida, lo opuesto a un movimiento emancipador, su inversión maligna.

Michel Tournier habla de la inversión maligna en su novela “Le roi des Aulnes” (Editions Gallimard, 1970). Se trata de sucesos, fenómenos o personas que, bajo apariencias similares, representan valores opuestos. Explicado en Wikipedia: “Le principe d'« inversion » des valeurs traverse l'œuvre. Tournier distingue l'inversion maligne qui tend à faire de son héros un ogre et l'inversion bénigne qui en fait finalement un sauveur porte-enfant. [...] Abel perçoit lors de la chute de l'Allemagne nazie que l'idéologie nazie est le reflet inversé des valeurs auxquelles il croit, [...].

Reflexiones sobre el personaje-Mujica

El personaje-Mujica, el Golem uruguayo

Imitando a aquel rabino de Praga, modeló un ícono con el barro de todos los defectos uruguayos, le dió vida poniendo en su boca el nombre “pueblo”, y lo lanzó a la calle para que lo adoraran como milagro.
Truco: Se podría argumentar a favor, diciendo que el ídolo-personaje-Mujica nos ayuda a reconciliarnos con nosotros mismos.
Retruco: Es, más bien, una apoltronada capitulación ante la miseria, una canonización de la medianía. Para remachar el clavo de nuestra confusión, nos creemos que el mundo entero lo admira, que nuestro dios es reverenciado en países lejanos.
Vale cuatro: El culto del personaje-Mujica nos pone frente a frente con nuestra verdadera, esencial e ¿irremediable? mediocridad. (Hasta que hagamos el “país de primera” que nos prometieron, que votamos, que añoramos, que no tenemos.)

El Viejo Vizcacha

Algunos lo llaman, ¡elogiosamente!, “el viejo Vizcacha”. Aluden al que es, en realidad, el personaje más negativo del poema “Martín Fierro” de José Hernández. Pero ni siquiera el personaje-Mujica, con todos sus defectos, lo merece: porque ni mató a su mujer por un mate frío ni escupió el asado ni se hizo adulón del juez para tener un palenque ande ir a rascarse. A menos que se considere juez al electorado. Que se elogie al personaje-Mujica llamándole Viejo Vizcacha habla muy mal de nuestra gente, delata una inversión de valores, a menos que sea una crasa ignorancia literaria.

Larsen

El personaje-Mujica me recuerda, en cambio, al Larsen del “Astillero”, la novela de Juan Carlos Onetti, salvo por la condición de este último de cafishio de putas pobres. Con esa salvedad, tenemos similitudes: el personaje de Larsen es un luchador, tiene un pasado turbio, es un perdedor que busca su revancha. Su “astillero” refiere al país nuestro, con su incurable obsolescencia. Piensen en el puerto de aguas profundas que se pierde en cabildeos, en la formación técnica y la educación estancadas en palabreríos interminables, en los trenes que nunca llegan, en los caminos desfondados, en la nula tasa de crecimiento de la población. Quizás esté en su condición de “perdedor que busca la revancha” el secreto de la popularidad de nuestro personaje.