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jueves, 11 de septiembre de 2014

Marina Silva: un rayo en un cielo sereno

Le pedimos su opinión sobre la coyuntura electoral brasileña a nuestro amigo Liszt Vieira, carioca, sociológo, ex diputado por el PT en Río de Janeiro. Nos contestó con una carta que publicamos en una traducción propia, de modo que nos disculpamos por inexactitudes de lenguaje, que no son responsabilidad del autor.
Incluimos, entre paréntesis, las aclaraciones que nos parecen necesarias para la buena comprensión del texto por un oriental.

UN RAYO EN UN CIELO SERENO

La novedad de la candidatura de Marina Silva embarulló los datos de la ecuación electoral, hasta entonces previsible como la tradicional confrontación entre el PT y el PSDB, que agradaba tanto a ambas partes. La ascensión electoral de Marina vació la candidatura de Aécio [Neves, PSDB] y captó la mayoría de los votos en blanco y nulos, simbolizando el deseo de cambio en el comportamiento político y ético de los gobernantes.
Como ella es atacada por derecha y por izquierda, deja la impresión de que se trata realmente de una tercera vía que provocó el vaciamiento del PSDB y mostró el rechazo del PT por la clase media y por ciertos estratos de bajos ingresos que antes lo apoyaban. Las alianzas con políticos notorios que el PT acusaba antes de corrupción – Sarney, Calheiros, Collor, Maluf, etc. - escandalizaron a la clase media que se tornó sensible al discurso ético de moralidad política. Por otro lado, el PT echó raíces en los estratos de bajos ingresos dependientes de sus exitosos programas sociales.
La candidata Marina es acusada por la izquierda de ser conservadora en materia de costumbres y en el plano económico. Y, por la derecha, de ser muy avanzada en el plano social, de estar a favor de los consejos populares y de querer ampliar los programas sociales. Y, por algunos intelectuales, de ser mesiánica. Lo mismo decían de Lula.
Las ideologías políticas dominantes permanecen prisioneras de la dicotomía Estado vs. Mercado. En el caso de la izquierda, la visión tradicional confunde público con estatal, y no acepta el espacio público no estatal, visto como “neoliberal”. Son dominantes los discursos estadocéntricos (izquierda) y el mercadocéntrico (derecha), ambos ignorando el discurso sociocéntrico, que mira el Estado y el Mercado a partir de la perspectiva de la sociedad civil. El desarrollismo, hoy en el poder, y las fuerzas del mercado, consideran la sustentabilidad ambiental como una traba al crecimiento.
En el plano económico, parece agotado el modelo de crecimiento basado en el aumento del mercado consumidor (a propósito, en las grandes ciudades nadie aguanta más tanto auto en la calle...) con parálisis de la inversión y perjuicio a los agentes económicos, con excepción de los bancos que tuvieron ganancias extraordinarias en el gobierno Dilma. El gobierno del PT en la práctica dio autonomía al Banco Central, pero no lo admite. Marina lo admite, pero hay quien duda.
La austeridad en el gasto público, anunciada por la candidata Marina, reduciría el riesgo de inflación, pero aumentaría el de recesión. Probablemente, habría una especie de “freno de orientación”, en el estilo del primer gobierno Lula entre 2003 y 2007, en su época acusado de neoliberal. Al escapar de la visión liberal clásica y de la visión socialista, Marina asusta a la derecha y a la izquierda, y trae consigo un gran margen de incertidumbre. Su relación con los partidos y con los agentes económicos sigue siendo una gran incógnita, pero es evidente que deberá hacer combinaciones políticas para gobernar.
La presidenta Dilma es acusada de tener un proyecto propio que intenta imponer, de arriba hacia abajo, sin diálogo con los diversos intereses contradictorios existentes en la sociedad, y de tener un estilo autoritario de gestión que habría disgustado a tirios y troyanos. Su desempeño es considerado mediocre, sin ninguna expresión política hacia la sociedad civil, que no se reconoce en su gobierno. De allí su aislamiento. Queda el apoyo obtenido con los programas sociales que heredó y ayudó a desarrollar, así como las innumerables obras de su gobierno que divulga en el horario electoral.
A pesar de tener Dilma un tiempo de pantalla muchas veces mayor que Marina, ambas están técnicamente empatadas en la primera vuelta, según las encuestas recientes que apuntan a la victoria de Marina en el balotaje. Eso no tiene mucho que ver con el programa de gobierno, sino con la imagen de Marina – vista como “la cara de Brasil” en contraposición con la imagen de la presidenta Dilma, vista como autoritaria.
La elección no está matemáticamente definida. Es improbable, pero no imposible, que haya una reversión en el cuadro electoral. Es un hecho innegable, sin embargo, que la candidata Marina Silva, al irrumpir en el escenario político, encarnó la voluntad difusa de cambio revelada anteriormente en las encuestas y sacudió la somnolienta campaña electoral, donde cayó – para usar la famosa metáfora de Marx – como “un rayo en un cielo sereno”, ofuscando a sus adversarios.
Liszt Vieira – Profesor de PUC-Río – Doctor en Sociología – Ex-diputado por el PT/RJ.