Buscar este blog

viernes, 27 de septiembre de 2013

Utopías férreas

[Reflexiones ante el discurso de Irma Leites en el programa “En la mira”, de Gabriel Pereira, el 26 de setiembre 2013.]

Uruguay es una república democrática, soberana, libre e independiente. Pero eso no impide a Fernández Huidobro hablar de “Liberación Nacional” ni a Irma Leites decir que es una dictadura de clase. No se puede hablar, intercambiar ideas, discutir ni polemizar con alguien que niega las evidencias más palpables. La sociedad uruguaya es pacífica, la violencia existe y es delito. Eso no impide a Irma Leites decir que la violencia es la base de la sociedad y transformar ese concepto abstracto en una piedra que vuela y rompe un vidrio.

El discurso de Irma está blindado. Vive en una fortaleza con gruesos muros que lo protegen de los procesos sociales del mundo, de la historia tal como se desarrolla, del pasado y del presente. Es muy difícil discutir con Irma, porque crea fantasmas que luego hace hablar, como el de la base violenta de la sociedad.

Intentamos entender la revolución social que propone Irma Leites. Cualquier desigualdad tiene que ser eliminada. Es la nivelación de la aplanadora. Toda desigualdad es violencia y justifica la violencia. La propiedad es violencia. A esa altura nos preguntamos: ¿qué Derechos Humanos defiende Irma? Salen a la calle a denunciar a los violadores de los DDHH, como lo son los torturadores y los desaparecedores de personas. Pero ¿estamos hablando de lo mismo? ¿Se trata de los derechos consagrados en las declaraciones universales y hechas ley por la República?

Si pensamos como en los Sesenta, si no hemos cambiado, como pretende Irma, esas libertades y esos derechos que decimos defender son “burgueses”, pues así los calificábamos entonces. ¿Salimos a escrachar a los violadores de los derechos humanos de la burguesía? Cuando lo que conduce todo es la “lucha de clases” -- se entiende proletariado contra burguesía -- ¿cómo levantar el estandarte de unos DDHH que se ponen por encima de las clases?

Sospecho que la “defensa de los DDHH” es una táctica de Irma. Un modo de desarrollar su lucha revolucionaria. Que no le importan los DDHH, sino hacer surgir la “justa violencia” de los oprimidos contra la burguesía y sus esbirros, como se decía.

La sociedad de la aplanadora, el socialismo que quiere Irma, es represiva y retrógrada. Se necesita un pueblo que no quiera comerciar, emprender, asociarse con fines de lucro, discrepar, discutir, hacer política, viajar, consumir cosas nuevas. Un pueblo así se crea con castigos, vigilancia, policía y partido único. Una utopía férrea.

Una utopía con antecedentes


Marx confiaba en la historia. El creía que la historia, es decir, el desarrollo espontáneo de la sociedad, conducía a un régimen comunista, a una vida colectiva en la cual el trabajo sería todo “trabajo necesario”, para la reproducción ampliada. Analizó la economía de la sociedad de su época y elaboró el concepto de “capitalismo”; así llamó a la sociedad en la cual el trabajo excedente se extrae bajo la forma de plusvalía.

Lenin, rompiendo con la tradición marxista de esperar que la historia produjera sus frutos, propuso, como también lo hicieron los anarquistas antes que él, que se ayudara a la historia con la organización y la voluntad de los revolucionarios, aquellos que querían hacer de “parteros” de la nueva sociedad.

En el concepto de Lenin, el “viejo” pueblo no servía para la nueva sociedad, porque estaba empapado de los vicios de la sociedad capitalista y pre-capitalista. Los heraldos y parteros del cambio debían vigilar, corregir y castigar, para eliminar los brotes de burguesía que contaminaban la construcción de la sociedad socialista y comunista del futuro. Así nacieron la Loubianka, el Gulag, la Cheka, el KGB, y las otras cosas siniestras que ya sabemos.

Los marxistas a la vieja usanza se opusieron. Lo hicieron tanto los socialdemócratas, marxistas que sostenían que no se podía violentar a la historia, como también revolucionarios estilo Rosa Luxemburgo que advertían contra la deriva autoritaria y represiva de un tal régimen, que calificaron de dictadura SOBRE el proletariado. Se opusieron, pero fueron barridos, perseguidos, ejecutados, por unos o por otros. Fueron luchas cruentas. El marxismo leninista y el maoísmo lo consideran natural. Mao dice algo así: “Hacer la revolución no es como escribir un poema”. Es un terrible eufemismo.

Aunque el análisis de Marx de las relaciones económicas de su época es preclaro y todavía válido en algunos aspectos, la historia siguió otro rumbo. La historia no solo esquivó las predicciones de Marx, también derrotó a Lenin y a Mao. Estos dos últimos fundaron grandes imperios, pero en absoluto construyeron una sociedad más justa. Si algún régimen puede ser calificado de “capitalismo depredador”, es el que impera hoy en China.

La sociedad de la aplanadora que anhela Irma Leites no se construyó en ningún lado. La característica común de TODOS los “experimentos” socialistas es el surgimiento de una nueva clase de administradores y dirigentes colmados de privilegios y prebendas, hereditaria, viviendo de la plusvalía del capitalismo de estado, que es lo que ese “socialismo” realmente es. El que maneja la aplanadora va fumando y tomando mate.

4 comentarios:

  1. muy duro pero bueno
    en este articulo, se dice muchas verdades y realidades que no se animan a plasmar en blanco y negro, muchos izquierdistas.
    es que la sociedad del siglo XXI ha cambiado y no se pueden mantener los esquemas del XIX.
    edgar

    ResponderEliminar
  2. Y sí hay gente que no logró sacarse las anteojeras y sigue ciega. Para ellos, Cuba es el paraíso terrenal y sigue pensando que el gran brujo que abogó por las sociedades democráticas y pluralistas es Karl Popper, que tuvo la desverguenza de escribir ese panfleto demoniaco, La sociedad abierta y sus enemigos.
    Muy bueno el artículo.
    lilian goligorsky

    ResponderEliminar
  3. los derechos humanos son para todos y todas y son interdependientes... esto todavia no se ha aprendido, y la gente sigue repitiendo esquemas que nos han llevado a matanzas y genocidios
    Marisa Ruiz

    ResponderEliminar
  4. Totalmente compartible tu artículo.
    A los "medios" de siempre les sirve Irma leites para agitar fantasmas y asustar viejitas.
    me pregunto si vale la pena hablar de esa mujer
    Fernando

    ResponderEliminar