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viernes, 8 de julio de 2016

Comentario de "Zelmar Michelini - Su vida - La voz de todos"


La biografía de Zelmar Michelini escrita por el periodista uruguayo Mauricio Rodríguez (“La voz de todos Ed. Fin de Siglo 2016) salió en mayo y va por su segundo tiraje. La buena acogida del público es alentadora, tanto porque la obra lo merece como por el significado de la figura de Michelini en la historia reciente de nuestro país.

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No se puede exagerar la importancia de un libro como este. Es una biografía que coloca la vida, la carrera y el pensamiento de Zelmar en el contexto del siglo, y que da sentido a los episodios y etapas de esa vida; es un retrato del hombre, del padre, del pensador, del hombre de acción; es un informe del vector de ideas y sentimientos que animaron al actor, al político de paz que murió víctima del terrorismo de Estado.
Es muy significativo que el poder que movió el brazo asesino haya querido desfigurar sus ideas y su militancia atribuyéndole adhesiones y complicidades con la violencia, intentando rebajarlo de su condición de líder democrático.
En las cuestiones cruciales, nacionales e internacionales, como la Revolución Cubana; la Guerra Fría y el régimen soviético; los tupas, el asesinato de Mitrione y la política de Pacheco frente a ellos; los ataques en varios frentes, que lo acusaban unos de comunistas y otros de vendido al imperialismo;  Zelmar actuó como el representante más cabal del centro izquierda político en nuestro país. Vale la pena transcribir algunos fragmentos del libro de Mauricio para ilustrarlo.

Sobre la libertad, en tiempos de Guerra Fría

[Capítulo 4 - En tiempos de Guerra Fría: Estados Unidos, China y Rusia - pág. 112]
En otro artículo se refirió a la libertad. Eran tiempos de Guerra Fría. Zelmar escribió: “¿Hay varias clases de libertad? ¿Puede haber libertad espiritual individual sin que previamente haya libertad económica? ¿La libertad económica es imprescindible para que pueda existir la individual? (…) No concebimos, al menos el que esto escribe, la vida sin la efectividad total y plena de lo que entendemos son las libertades primarias: libertad de pensar, de elegir, de decidir, de prensa, de reunión, de agremiación, etc. De nada vale para nosotros que se asegure la tranquilidad económica si ella lleva implícito el cercenamiento de las otras libertades. Rusia sostiene que lucha, antes que nada, por la libertad económica de cada persona y que de nada vale la posibilidad de pensar, o de expresarse libremente, si no se cuenta antes con la total libertad económica. (…) Tenemos posición tomada y militante sobre el tema. Y muy modestamente pero con firme convicción, sostenemos que la libertad individual es anterior a toda otra. Cada hombre debe tener la posibilidad de elegir su destino, de elegir sus caminos y pensar con su cabeza. Y mucho tememos que el logro de la llamada libertad económica termine con las posibilidades del individuo”.

Frente a la figura de Fidel Castro en los comienzos

[Cap. 2 En tiempos de Guerra Fría – pág. 113]
El viaje de la delegación uruguaya coincidió con el triunfo de la Revolución Cubana. Apenas ocho meses antes, el 1º de enero de ese 1959, Fidel Castro entró, triunfante, a La Habana encabezando la revolución que había derrotado finalmente al régimen de Fulgencio Batista. Toda Latinoamérica – y el mundo - miraba a la isla y pronto otros movimientos revolucionarios la tomaría como referencia e inspiración. En mayo de ese año Castro inició una gira por el continente buscando apoyo al proceso que comenzaba. Y pasó por Montevideo, donde tuvo como anfitriones a los consejeros de gobierno Martín Etchegoyen y Eduardo Víctor Haedo. El Uruguay que lo recibió se encontraba enfrentando las inundaciones más devastadoras de su historia. Castro dio una conferencia de prensa y luego pronunció un largo discurso en la Explanada Municipal. Entre el público que lo escuchó estuvo Zelmar. Este, unos meses después, durante esa gira por Estados Unidos, escribió en una nota publicada en Acción:
¿Cree usted que Fidel Castro es comunista? Hemos contestado invariablemente y con firmeza que no a esta pregunta que se nos ha formulado repetidas veces en todos los ambientes y en casi todos los lugares de EE. UU. que hemos visitado. El tema de Cuba y de Fidel Castro es en Estados Unidos uno de los que más interesa y de los que más se habla con los latinoamericanos. (…) Creemos que hay que deslindar las dos personalidades – o mejor dicho – las dos actividades de Castro: digno de admiración, respeto y adhesión como guerrillero y revolucionario, que al estilo de los más grandes héroes de América, realiza una hazaña digna de figurar en las epopeyas homéricas, y, otra, como gobernante ahora. Confesamos que cuando lo oímos en Montevideo no nos impresionó mayormente por la forma de considerar y encarar los problemas. Se evidenció su falta de experiencia en el manejo de las cosas de gobierno, pues expresó conceptos muy generalizados y algunos hasta infantiles. Nos pareció que el gobierno de Cuba era demasiado para él. Se nos ocurría que alguien tenía que decirle – los que en Montevideo y fuera de Montevideo tanto lo elogian – que la política no era improvisación de la noche a la mañana y que, aunque desprestigiada en muchas partes del mundo, es sin embargo ciencia y arte, muy difícil de aprender y honrosa por mil motivos. (…) Castro impresionó al pueblo uruguayo y supo ganar su adhesión por la convicción con la que habló, por el tono de su voz, por la honradez que fluía de sus expresiones, que muchas veces hicieron olvidar lo rudimentario de sus conceptos. (…) Un hombre limpio, bien intencionado, con una vanidad en ascenso, realizando una actividad en la cual todo lo tiene que aprender – y lo que es peor – quizás sin darse cuenta de que necesita ese aprendizaje. Por ello es natural que los resultados por ineficiencia puedan diferir muchas veces de las buenas intenciones”.

Zelmar y Wilson

[Cap 3 – El camino propio - La 99  y Zelmar en acción - pág 144]
En esos primero cuatro meses de gestión parlamentaria [marzo a julio de 1963] se hicieron cinco interpelaciones a ministros [...]
En el caso de la interpelación a Wilson y a Ferrer Serra fueron instancias de largos debates, pero la 99 – con el voto de dos senadores de la Unión Colorada y Batllista (Lista 14) - no “censuró” a los ministros sino que adjudicó la responsabilidad total de la situación al Partido Nacional. [...]
En un editorial titulado “Para la historia” y publicado en el semanario Hechos – órgano oficial de la 99 - la bancada de la agrupación fustigó ésta posición, fijó la suya propia y se dijo: “Los legisladores de la 99 no votamos ninguna moción de censura a los ministros interpelados porque en el seno de su Comité Ejecutivo se había concluido que no se justificaba hasta el momento el voto de censura al Dr. Ferrer Serra y al Sr. Ferreira Aldunate por su actuación ministerial, desde que su culpabilidad radicaría únicamente en el hecho de militar en filas del partido blanco”.
A pesar de estos primeros cortocircuitos político / partidarios entre sus agrupaciones, Wilson y Zelmar empezaron a tender puentes, hubo acercamientos y miradas en común en varios temas y, a partir de allí, fueron cultivando una profunda amistad y una gran admiración mutua. Un vínculo que los llevaría a compartir proyectos – incluido en 1976 el de una posible fórmula Ferreira / Michelini para las elecciones posdictadura - y el exilio en Buenos Aires.

Mitrione, Pacheco y los tupas

[Cap 4 - El intento de nuevo polo político - pág 234]
El pico máximo de tensión se alcanzó el 10 de agosto de 1970. Ese día, en la madrugada, en el barrio Puerto Rico, fue encontrado en un auto el cuerpo de Mitrione. Zelmar, junto a Collazo, leyó en el Palacio Legislativo un manifiesto del MLN que el Ejecutivo prohibió que fuera divulgado por los medios de comunicación. El gobierno de Pacheco pidió la suspensión de las garantías individuales y la Asamblea General fue convocada de urgencia. Zelmar hizo un encendido discurso. Según recuerda Nelson Alonso en “Ni muerte ni derrota”, ese día había una especie de “histeria colectiva”:
“Yo nunca sentí tanto la presión de la gente como en aquella Asamblea General citada de mañana para rendir honras póstumas a Dan Mitrione. Nadie podía negarse al homenaje del norteamericano asesinado. Aquella mañana Zelmar habló contra todo el mundo, repudiando la violencia pero señalando cuál era el origen de tanta violencia, tratando de poner un mínimo de objetividad en un momento en que había que ser muy valiente, muy agalludo para desafiar a la opinión pública. Fue escuchado con absoluto respeto porque a su vez no había nadie tan corajudo como para interrumpirlo.”
Efectivamente, como señala Alonso, esa noche Zelmar fue implacable y disparó contra muchos, principalmente contra el gobierno y los tupamaros. Al empezar sostuvo que si bien se iba a referir a los hechos de los días anteriores, entendía que el origen del clima que vivía el país debía ubicarse justo dos años antes, cuando el gobierno empezó a aplicar las Medidas Prontas de Seguridad. Dijo Zelmar ante su silencioso y respetuoso auditorio:
“El Poder Ejecutivo sostuvo, en uso de su derecho, el no dialogar con delincuentes. Una expresión de autoridad. No era novedosa, [...] Creía en sus condiciones, en su propia fuerza. No consultó con nadie. Transitó solo. Enfrenta solo los problemas, en medio de esa inmensa soledad en que vive, actúa de espaldas al país. [...] Hoy, lamentando disentir con compañeros que mucho admiro y aprecio, siento que dentro de mí no puedo votar ninguna autorización a un presidente de la República en el cual no tengo absolutamente ninguna confianza [...]”

¿Comunista o vendido al imperialismo?

[Cap. 5 - El camino propio - La 99 y Zelmar en acción - pág 138]

Por esos tiempos, dado algunas de las posiciones que Zelmar había adoptado, sobre todo en algunos temas de política internacional, él y la 99 fueron acusados de comunistas. Pero, a su vez, por condenar públicamente la instalación de misiles en Cuba y “los atropellos de Rusia”, además de cuestionar los ataques de China contra India, también fueron acusados de alinearse con Estados Unidos. Por eso, esa noche dijo Zelmar en el acto: “Hace unos días los diarios amanecieron embanderados en contra de nosotros. Los diarios que responden al comunismo y al socialismo nos hicieron víctimas de ataques nunca hechos contra nuestra persona en la historia del país. El diario El Sol sacó un artículo que me avergüenza, no por mí sino por ellos, diciendo de mí las falsedades más grandes y terminando con que estábamos vendidos al imperialismo yanqui. Ese mismo día los diarios El Día, El País, Diario Rural y más tarde El Plata, también salieron acusándonos de comunistas. Yo propuse, un poco en broma, que lo más interesante sería una polémica en la plaza pública entre los que sostenían que éramos comunistas y los que decían que estábamos vendidos al imperialismo yanqui, única manera de aclarar de verdad y única manera de definir posiciones”.


Me parece que con esto alcanza, ¡les deseo buena lectura!

1 comentario:

  1. Sí, como persona comento. Todavía no he leído el libro sobre Michelini, pero esta reseña, con las transcripciones de la misma, me conducen a recrear al ser humano y al político brillante y lúcido, que un país en tinieblas mató o dejó matar. Con esa muerte se perdió la gran oportunidad de tener lo como a un primer mandatario-estadista como no los hubo después.

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