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jueves, 2 de febrero de 2012

Antígona Oriental*: el sesentismo a la sombra de Edipo Rey

Se levanta el telón descubriendo a un coro de mujeres, a la manera griega, que recitan al unísono y cuentan las historias que vivieron, ellas mismas de cuerpo presente, y otras que no están allí. Sentadas en sillas de madera en el fondo del escenario, se van acercando por etapas, llevando sus asientos en vilo o arrastrándolos, con el ruido que se imagina, hacia las candilejas. Es muy impresionante, llega al alma y es gran teatro. El movimiento de sillas es patente, produce el efecto de una música de fondo, pautando el desarrollo escénico, y me recuerda algo parecido que ocurre en Café Müller, de Pina Bausch. Hasta aquí todo es puramente uruguayo-oriental, nada de Antígona, que aparece luego.
Llegadas al frente, la mujeres en coro increpan al Presidente sin nombrarlo, sin decir “Mujica” o “Pepe”, solo “Presidente”, pero parece evidente a quién interpelan, pues reclaman verdad y justicia, hoy y aquí.
Entonces irrumpen los funcionarios, perdón Creonte, multplicado por tres. La palabra “burocracia” viene a la garganta, pero no es pronunciada. Tres actores varones, trajeados idénticos en azul grisáceo y corbata del mismo color, declamando sus parlamentos al unísono. Vienen a explicar a las mujeres por qué los superiores intereses de la República exigen dejar el cuerpo de Polinice insepulto. Es decir, empieza Antígona.
Antígona, recordemos, la que da el nombre a esta tragedia, es una hija de Edipo e Yocasta. La tragedia Edipo Rey, también de Sófocles, cuenta cómo Edipo se cegó y se deterró al enterarse de su condición de hijo de aquella a quien había tomado por mujer, después de matar al rey, esposo, padre. De esa unión incestuosa nacieron cuatro hijos y varias tragedias. Polinice y Eteocles, los dos varones, se mataron en un duelo cuando el primero intentaba recuperar el trono que Eteocles quería acaparar. Polinice intenta una invasión con un ejército de argives (gente de Argos), pero es derrotado y muerto. Creonte, tío de los muchachos, hermano de Yocasta, queda de rey y castiga póstumamente a Polinice dejando su cuerpo insepulto. Antígona se rebela contra la orden de Creonte y es a su vez condenada a muerte.
El coro de mujeres expresas, exiliadas e hijas, toma partido por Antígona en su disputa con Creonte, le hace de respaldo, identifica la causa de ésta con la propia, o sea con la búsqueda de los desaparecidos, cadáveres insepultos, cuerpos de rebeldes muertos en la lucha.
Pero van más allá. Es la ciudadanía entera que es sentada en el banquillo, es el gobierno de Vázquez, mencionado, él sí, con nombre propio, a quien se reprocha, incluso, el haber renunciado a implantar el socialismo. Es el “sistema” al que se acusa, en definitiva. Sesentismo rampante.
La obra termina con una danza, casi murguística -- esto en mi pluma es un elogio -- ridiculizando al “sistema” y sus perversiones, con el coro vestido de rojo fuerte, simbolizando vaya uno a saber qué.
Un intento flagrante de uncir la causa de la verdad y la justicia al carro del sesentismo.

El señor Sigmund Freud está parado en el umbral, con el sombrero en la mano y una semi sonrisa asomada a los labios, como pidiendo permiso para entrar. Lo rechazo con gesto airado: las víctimas de la última dictadura, las vejaciones, las torturas, las violaciones de hombres y mujeres, nada tienen que ver con esas historias que le interesan al Dr. Freud, que incluyen incestos, amor ciego y desmesurado por lo prohibido, luchas fratricidas, como las de Edipo y compañía.
¿O tienen?
La tragedia está representada con mucha fuerza en esta obra, pero el símbolo, la figura de Antígona y de sus hermanos está desplazada a un significado que no le corresponde.
Puntualicemos. La rebelión que tuvo lugar en nuestro país no fue una lucha fratricida, no se mataron entre sí dos hermanos, como Polinice y Eteocles, hubo gente, combatientes o no, asesinada y desaparecida, y pedimos verdad y justicia para esos crímenes.
Repito, no fue una lucha fratricida. Hay que subrayarlo, porque se parece mucho a la teoría llamada “de los dos demonios”, que iguala los derechos y las culpas de ambas partes, cuando de un lado no tenemos a un defensor legítimo de la legalidad, sino al terrorismo de estado, y del otro, en muchos casos, simples militantes de ideas.
Tampoco somos los hijos del incesto, una estirpe maldita condenada por los dioses a perecer, a devorarse entre sí. La estirpe de Layo, de Edipo. ¿Qué paralelo hacer para asimilarlo a la historia nuestra?
¡Ah! Si. La rebelión contra nuestros mayores, contra las tradiciones y costumbres que nos inculcaron, el parricidio moral de la ideas. Sí, de eso hubo. En muchísimos militantes de Aquella Época jugó el deseo de sacudir la autoridad, la paterna, la de la ley, la del Estado, y qué sé yo. Sin duda. Una componente edípica del inconformismo, de la rebelión.
No da para una Antígona Oriental. Los cadáveres insepultos de los desaparecidos, lo son de víctimas del terrorismo de estado, no despojos de una lucha entre hermanos.
Y el “sistema” se ve muy lindo en el Solís, con su maravilloso brillo, producto de una ciudad que en él recuperó su orgullo; espléndida sala de teatro que también disfrutó a gusto Antígona Oriental.

(*) Antígona Oriental en el Teatro Solís, producción Goethe Institut, dirección Völker Losch, dramaturgia Marianella Morena. En escena: seis actores profesionales y 19 expresas políticas, hijas y exiliadas. A partir de Sófocles y testimonios de expresas, hijas y exiliadas.

2 comentarios:

  1. Muy interesante el enfoque Eduardo. Trataré de ir.
    Algunos comentarios que me gustaria hacer pero apres coup de verla.(no tengo tilde en esta máquina je)Abrazo grande
    Pero en general decir que el parricido entendido por freud y la anomia en la que queda edipo son producto de la teoría freudiana que por cierto queda corta. Me parece bien que no lo hayas dejado entrar a Freud no por incapaz sino por acotado por su contexto histórico. Aunque creo que hoy tendría mucho para decir igual ya que no era un hombre que viviera de sus propias certezas. Era el primer cuestionador de si mismo.
    Nuestros desaparecidos y "desaparecedores" no mataban a los hijos y a los padres por la mera posibilidad de sepultar el complejo de edipo e ingresar a una identidad producto de las identificaciones y el avatar de la sexualidad psicoanalíticamente hablando. El exeso de poder, la violencia están ligados a la desaparición del otro como Otro. Es de resorte de otras teorías o visiones actuales de la subjetividad que se origina en lo intrer y transubjetivo y que el maestro no abarcó.
    En lo que no coincido es en que no sea una lucha fratricida, creo que si lo fue pero no por la teoría de los dos demonios sino por una realidad desprendida de las causas y razones. Toda relación humana cualquiera sea su signo, lleva en su escencia el tema de la imposición y el poder.
    También "tener el poder" es asimilable a "tener la verdad" y de eso nos tenemos que cuidar todos permanentemente.
    La seguiremos je abrazo grandote a los dos, ana paula

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  2. Acabo de ver a peça. É impressionante!. Não há como ficar impassível diante do depoimento destas mulheres e da impunidade de seus algozes. A relação com Antígona é perfeita. Quando Estado e Polícia (que deveriam defender e proteger seus cidadãos)promovem atrocidades como tortura, assassinato, estupro, estamos diante de quê senão da tragédia, da morte entre irmãos e do incesto?

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