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lunes, 5 de septiembre de 2016

Impeachment: Forma y contenido, por Liszt Vieira

(Publicado en O Globo el domingo 4 de setiembre 2016)

[Ya presentamos a Liszt Vieira en dos artículos anteriores, "¿Alternancia de la corrupción?" y en “Elecciones directas, único camino”. Liszt Vieira es un abogado y político ligado al movimiento ambientalista y de democratización de la comunicación, sociólogo y profesor. Para más datos de su larga historia en las luchas políticas brasileñas y latinoamericanas consultar Wikipedia (en portugués). Perdonen mi traducción. A continuación de la opinión de Liszt expongo la mía propia, no del todo coincidente con la de él.]


Oh! Qué hermosa apariencia tiene la falsedad
William Shakespeare


La tradición burocrática de Brasil, herencia colonial del patrimonialismo(*) conduce a una sobreestimación de la forma jurídica en detrimento del contenido. De ahí la tesis de que no hubo golpe porque la forma legal fue respetada. Queda en segundo plano la cuestión central: para ser sometido a juicio político, tiene que haber crimen de responsabilidad personal del presidente, cosa que no ocurrió.


La verdad es que el segundo gobierno de Dilma fracasó, y ella mostró no tener las cualidades necesarias para la función que ocupaba. Fue, como mínimo, connivente(**) con la corrupción que asaltó Petrobras y otras estatales para alimentar con coimas a tecnócratas y políticos vinculados a la base de apoyo del gobierno. El PMDB, ahora en el poder, siempre formó parte del gobierno y muchos de sus dirigentes han sido acusados ​​e incluso procesados como corruptos. Hay numerosos ejemplos, pero el caso más emblemático es el de diputado Eduardo Cunha, un genio en su especialidad: la corrupción.


El país se sumió en la recesión, el PIB se redujo, las cuentas públicas se desequilibraron, el desempleo aumentó al 11,6% según el IBGE, y la mayoría de la población comenzó a rechazar el Gobierno. Pero una alta tasa de rechazo no es motivo para la destitución. En Francia, hasta hace poco, el presidente François Hollande tenía 80% de rechazo y nadie habló de juicio político. Lo mismo ocurrió anteriormente con el entonces presidente Bush en los EE.UU..


El proceso de destitución fue una farsa, embrollada en un paquete jurídico, que configura un golpe parlamentario. El nuevo gobierno ha amenazado con subir los impuestos y recortar los derechos sociales. En este sentido, el gran objetivo, además de Lula, son los derechos consagrados en la Constitución de 88. Es claro que muchas distorsiones deben ser corregidas como, por ejemplo, conceder pensiones para hijas de los militares y de jueces de segunda instancia. Pero lo que se ve en el horizonte son las nubes cargadas del economicismo típico del neoliberalismo que parece surgir de las cenizas después de su fracaso histórico revelado en la crisis de fines de 2008.


El ciclo de gobierno del PT, ahora cerrado, no puede ser visto como un proceso rectilíneo. La crisis del capitalismo en 2008 es un divisor de aguas, un verdadero punto de inflexión. Antes, Brasil se benefició de los altos precios de las materias primas que exportaba, lo que ayuda a explicar en la década de 2000, durante el gobierno de Lula, el aumento de los ingresos de los pobres y también de los ricos, así como la reducción de la brutal desigualdad social en el país. Después de 2008, cayeron los precios de las materias primas y se produjo la recesión económica. El gobierno de Dilma se hunde y comienza a hacer lo contrario de lo que prometió, cortejando la política del candidato derrotado en la elección.
Por lo tanto, la ruptura es menor de lo que parece. Después de todo, el segundo gobierno de Dilma ya había tomado medidas en dirección de un ajuste que ahora será aplicado por el Ministro Meireles, el mismo indicado por Lula para ser ministro de Finanzas de Dilma.


Pero es el nuevo gobierno que ya simboliza una política inclinada primordialmente a los intereses del mercado, principalmente del capital financiero. Por lo tanto, los que apoyaron la destitución avalaron el gobierno de Temer y su ajuste fiscal que pide sacrificios al pueblo. Y ha contribuido al vaciamiento político del proceso de anulación de la fórmula Dilma-Temer en el Tribunal Supremo Electoral, lo que inhablilita la posibilidad de elecciones directas este año, único camino para lograr un gobierno legítimo, respetado por todos, vencidos y vencedores.


Liszt Vieira - PhD en Sociología, profesor de la PUC-Rio


(*)patrimonialismo: definición de Wikipedia, “O patrimonialismo é a característica de um Estado que não possui distinções entre os limites do público e os limites do privado. Foi comum em praticamente todos os absolutismos.” https://pt.wikipedia.org/wiki/Patrimonialismo

(**) connivencia:  Disimulo o tolerancia en el superior acerca de las transgresiones que cometen sus subordinados contra las reglas o las leyes bajo las cuales viven.


Impeachment de Dilma, mi opinión.

Mi propia opinión, diferente de la de Liszt y de la de la mayoría de la izquierda uruguaya:
No me parece bien usar la palabra "golpe" para designar la destitución de Dilma,  y no la uso, no corresponde, es un giro propagandístico que abusa de las palabras. Todos sabemos la violencia que implica un golpe de Estado, todos recordamos los militares en la calle, los detenidos, los asesinados, los presos, los atropellos a la ley. Son hechos muy graves  y las palabras que los designan deben ser respetadas.
El proceso de impeachment tuvo ribetes farsescos, es cierto, y muchos de los diputados y senadores que lo operaron están comprometidos en juicios de corrupción, sin duda, pero no debemos, creo, desvalorizar las instituciones y las formalidades jurídicas, que fueron respetadas. Lo hacíamos en los años sesenta, con argumentos parecidos. Todos capitalistas, todos corruptos, decíamos.
La denuncia que llevó al impeachement la presentaron personas que no son mercenarios ni corruptos, entre ellos Helio Bicudo; los hechos denunciados son graves, aunque no inhabituales en la política brasileña. Se trata del maquillaje de las cuentas del Estado para disimular el déficit durante la campaña electoral. Se discute después si eso es o no un “crimen de responsabilidad”, quien juzga si lo es o no, el juez de la causa, es la mayoría de dos tercios del senado. La mayoría calificada del Senado brasileño decidió destituir al Dilma. Podemos decir, como lo hizo el gobierno uruguayo, que la decisión es “injusta”, pero no podemos decir que hubo “golpe”. Hablar de “golpe” en el caso de Dilma es militar en la campaña de propaganda orquestada por el PT y algunos gobiernos afines, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Venezuela. Esos gobiernos hablan con una sola voz, como si formaran parte de un mismo partido político.
Marina Silva, que fue candidata, denunció las últimas elecciones al Tribunal Supremo Electoral por uso de dinero de la corrupción en la campaña. Pide la anulación de la elección, tanto de Dilma como de Temer. El TSE no ha resuelto. Si anulara las elecciones este año, se abriría un nuevo proceso electoral que podría sanear la política brasileña, pero es improbable que ocurra.
Estoy muy de acuerdo con Liszt y con Marina Silva en que hay que revalorizar las instituciones democráticas brasileñas con nuevas elecciones, y los más pronto posible. Lamentablemente, ninguno de los actores principales lo propuso a tiempo. Lo hizo Dilma, pero cuando ya era tarde.

1 comentario:

  1. Y si decimos, por ejemplo, golpe constitucional o algo parecido, qué te parece?

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