¿Qué relación existe entre los abusos a los que está siendo sometido el  soldado norteamericano Bradley Manning, sospechoso de filtrar documentos  publicados por Wikileaks, y la prohibición de encriptar los correos  electrónicos que padecen los ciudadanos cubanos?
Bradley Manning,  soldado de primera destacado en Afganistán, fue detenido acusado de  filtrar informaciones. Entre ellas se encuentra el video que muestra el  asesinato, en 2007, de civiles y periodistas por un helicóptero de su  propio país (ver Collateral Murder  en Youtube). No se sabe que alguien esté siendo sometido a juicio por  ese crimen, pero sí el que lo denunció. Y está siendo "apremiado", como lo revela su padre y un editorial del New York Times.
Yoani Sánchez, la bloguera cubana de Generación Y,  nos relata las dificultades que tienen los cubanos para adquirir y  utilizar software de encriptado, necesario para corresponder por  internet sin exponerse a miradas ajenas. ¡Ojo! No es que el encriptado  sea libre en los demás países, al contrario, en muchos lugares el estado  lo somete a distintas restricciones, pero en general es fácil  procurárselo y legal utilizarlo.
Esto nos lleva a la pregunta:  ¿Quién debe ser transparente? ¿El Estado, la administración de la cosa  pública, o los individuos y los ciudadanos?
En una sociedad libre,  gobernada democráticamente, la respuesta parece evidente: el Estado. Es  necesaria la transparencia de las instituciones para que se pueda  ejercer un control ciudadano, a través de la información y del voto  responsable.
La prensa, en un sentido amplio -- diarios, radios,  televisión, blogs, etc. -- juega un rol decisivo en la difusión y en el  procesamiento de la opinión que conduce al voto.
No menos importante  es la libertad necesaria para asociarse, discutir, pensar, publicar y  difundir puntos de vista sobre todos los temas. Los individuos, y en  especial los ciudadanos, deben poder elaborar libremente, sin  ingerencias, sin intromisiones, su pensamiento y su opinión. Este  proceso no es, no debe ser, no necesita ser transparente. No es  necesario que todas la etapas de la producción de una idea sean  conocidas.
Los individuos deben poder desarrollar su vida privada y  su vida política sin que el Estado les respire constantemente en la  nuca. Es una condición esencial de la libertad. Los ciudadanos deben  tener la posibilidad de deliberar a solas, lo mismo que lo hagan de  cuerpo presente o por el éter.
No obstante, estamos presenciando una inversión de estos valores.
El  Estado se vuelve cada vez más secreto, más opaco, por un lado, y por  otro se pretende que los ciudadanos sean más transparentes, se nos  considera a todos sospechosos y criminales en potencia, y se sostiene  que es necesario espiarnos y ficharnos para reprimir los futuros  delitos.
La reacción del gobierno norteamericano frente a las  revelaciones de Wikileaks es un ejemplo de esto: negar los hechos y  abroquelarse más, para que la fuga no vuelva a ocurrir. Eventualmente,  además, aprovechar para sembrar desinformación. A Manning se le apremia  (en realidad, tortura, más o menos brutal) -- además de amenazarlo con  la pena capital por "colaboración con el enemigo" y 52 años de cárcel --  para que confiese una vinculación con Assange, el fundador de  Wikileaks, y poder aprisionar a éste. El "enemigo" obviamente es la  prensa.
El régimen cubano puede plantarse como paradigma de la  negación del derecho a la privacidad, individual y colectiva. Cito a  Yoani Sánchez en su blog:
" [...] en  esta Isla, donde cada gesto de  privacidad es interpretado como la  prueba de una conspiración, el tomar  medidas para que un mensaje o la  información de nuestro ordenador estén  protegidos se convierte en algo  obsceno e ilegal.Bajo esa misma premisa, muchos de los  albergues en las  escuelas al campo tenían duchas sin cortinas porque  cubrirse era  contrario al colectivo. La reserva pasó a ser profundamente   contestataria y llevar un diario secreto –donde narrar las incidencias   personales– se convirtió en una actitud aburguesada que concluía cuando   el jefe de destacamento tomaba tus escritos y los leía públicamente   frente al aula. Todavía hoy, pocos de mis compatriotas tocan la puerta   de una habitación antes de entrar y el deporte de husmear en la vida de   otros no es exclusivo de los Comités de Defensa de la Revolución sino  de  todo el vecindario. Vulnerar el círculo íntimo del ciudadano se hizo   práctica tan frecuente que a nadie le asombra que en nuestra pantalla   chica salgan grabaciones telefónicas de clientes de ETECSA o fotos del   interior de la vivienda de algún individuo crítico.  Ahora, la nueva  “bestia negra” son los softwares de   encriptación. Los militares, que se han pasado la vida creando códigos   para salvaguardar su información, deben estar muy molestos porque   similares tecnologías ya estén al acceso de todos".
Todo  lo cual abunda en el sentido que decíamos: luchemos por la transparencia  del Estado y por el derecho a la privacidad de los individuos, y en  particular, por el derecho a encriptar nuestras comunicaciones.
 
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