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viernes, 20 de mayo de 2011

20 de mayo. La democracia ¿una vacuna contra el terrorismo de estado?

La historia reciente, de la antigua ni hablemos, parece desmentir la creencia de que la democracia sería una especie de vacuna contra la práctica del terrorismo de estado.

En la historia nacional reciente sabemos del que fue practicado en 1972 con Juan María Bordaberry en la presidencia, antes del golpe de estado de 1973. Se detenía a los sospechosos, se los encapuchaba, se los secuestraba con destino desconocido, y se los torturaba durante meses sin dar cuenta a ninguna autoridad civil o judicial, sin siquiera dar noticias a los familiares de su paradero. La mayoría de esos aparecieron meses después, maltrechos, encerrados en cárceles inhumanas donde la opresión estaba científicamente organizada. Otros no aparecieron hasta hoy. Y todo eso con la aprobación parlamentaria de la "suspensión de garantías individuales". Algunos representantes, Zelmar Michelini y otros pocos, osaron denunciar las torturas; los demás observaron un silencio cómplice.

En Argentina desde 1974 a 1976, bajo el gobierno democráticamente elegido de Isabelita Martínez de Perón, las "tres A" secuestraban y mataban comandadas directamente por el "brujo" López Rega, eminencia gris del gobierno y Ministro de Bienestar Social.

En EE.UU. la presidencia de George W. Bush (el hijo) se caracterizó por un uso extensivo y sistemático de los métodos que aquí fueron característicos del Plan Cóndor, operado por las dictaduras militares del Cono Sur. Métodos potenciados por los recursos de la gran potencia militar e industrial. Secuestros, desapariciones, vuelos secretos, torturas en países exóticos, prisión sin juicio ni acta de acusación. Aunque la elección de Bush fuera ensombrecida por una especie de fraude, no se puede negar el carácter democrático de su presidencia, lo cual no le resta horror sino que le agrega. El fraude lo perpetró la Corte Suprema de Justicia y fue aceptado por todos los candidatos y partidos, de modo que legalmente no lo fue.
La opresión organizada en la prisión de Guantánamo también perfecciona la del Penal de Libertad. Y no ha podido ser desactivada por el actual presidente, Barack Obama, a pesar de sus promesas.

No estoy hablando de Stalin, de Pol Pot, de Videla o de Gregorio Álvarez sino de regímenes que se pueden llamar democráticos.

Por eso es tan importante el reclamo de Verdad y Justicia que hacen los familiares, y que acompañamos todos hoy en la marcha del 20 de mayo. Porque no hay otra vacuna contra el Terrorismo de Estado que esa: abolir la impunidad.
Anoche se perdió una batalla, pero la lucha continúa. No cesará hasta que se juzgue y castigue a los delitos de lesa-humanidad. Es vital para nuestra libertad.

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