Buscar este blog

miércoles, 14 de junio de 2017

La reforma del mercado de trabajo de Macron

Emmanuel Macron, nuevo presidente de Francia, hizo su campaña ganadora sobre dos temas principales: 1- la pertenencia a, y el reforzamiento de, la Unión Europea, y 2- la reforma del mercado de trabajo. Ambos temas eran el blanco de los ataques más furiosos de sus rivales, respectivamente de derecha y de izquierda. Por la izquierda: ya el anterior presidente François Hollande había sido puesto en jaque por un amague de reforma del código laboral, y sufrido un deterioro sin precedentes de su prestigio y de su popularidad como consecuencia de las huelgas y las manifestaciones sindicales. Por la derecha, Marine Le Pen basaba su campaña electoral en la reacción friolenta de los franceses a la mundialización, representada para muchos por las instituciones de la UE, con sus fronteras abiertas y su libertad interna de movimiento y comercio.
De frente a esos dos ataques, Macron redobló la apuesta. Se afirmó pro europeo sin reservas. Y la reforma del mercado de trabajo fue puesta a la cabeza de su programa y de su campaña electoral, a pesar de ser la bête noire de la izquierda política y sindical. Entre las dos vueltas de las elecciones presidenciales, el candidato de la izquierda extrema, Jean-Luc Mélenchon, le ofreció su apoyo a condición de que renunciara a ella. Macron públicamente rehusó. La modificación del código laboral, la reforma del mercado de trabajo fue el centro de la campaña y del programa de Macron, que ahora se apresta a cumplir.
Veamos de qué se trata.

El problema: la desocupación

Hace años que Francia se debate con el problema de la alta tasa de desocupación, la gente que busca trabajo y no lo encuentra. Este problema tiene un enorme costo para la sociedad, tanto moral como financiero. Hay un gran aparato de protección de los desocupados, que sin embargo no puede impedir que un cierto número importante al fin y al cabo llegue al término de sus derechos y quede al margen de la sociedad. Es un drama que viven los trabajadores franceses, que fragiliza sus vidas y amarga la existencia de muchos.
Sucesivos gobiernos han ensayado distintas soluciones, los candidatos han prometido siempre atacar el problema y resolverlo, pero ninguno lo ha logrado. Hoy la desocupación llega a 9,5 %, y es el punto más bajo en cinco años.

¿Qué es lo que anda mal?

El análisis que hace Macron, y del que resultan las líneas de su reforma, es el siguiente:
Lo que hace obstáculo a la creación de empleo no es ni el sistema de seguro de salud que cubre a la gran mayoría de la población ni la protección del medio ambiente, lo que disuade a las empresas de reclutar es que el despido de un trabajador es casi imposible o muy caro, prohibitivo. Esto hace que las empresas eviten contratar gente.
En Francia, los despidos individuales y las reducciones de personal solo pueden ocurrir en condiciones específicas, limitadas. Negligencia grave para los individuos, o razones económicas para la reducción de personal. Las razones económicas quedan al arbitrio de un juez que decidirá si los despidos están justificados o no. Los jueces tienen mucha latitud para decidir. En caso de despido injustificado, las indemnizaciones que se deberán pagar pueden ser muy altas, y de hecho la ley no pone tope al monto de estas, lo que resulta en riesgos potencialmente ilimitados para las empresas.

En este sistema las grandes empresas se desempeñan mejor que las chicas, porque tienen abogados y especialistas laborales en sus planteles. Pero las pequeñas son las más generadoras de empleo.

¿Qué va a cambiar?

Estas son las cosas que propone cambiar el programa de Emmanuel Macron, se liberaliza el despido, se pone tope a las indemnizaciones atribuidas por despido injustificado, y el seguro de paro podrá ser cobrado también por aquellos trabajadores que renuncian en sus empleos, para favorecer la movilidad y la toma de riesgos.

Cambio en el financiamiento

Pero no se queda allí: junto a una mayor latitud para las reducciones de personal, Macron propone un cambio en el financiamiento del sistema de protección de los desocupados. Este pesa hoy abrumadoramente sobre las espaldas de empleados y empleadores, bajo la forma de descuentos del salario y cargas por empleado para las empresas. Hoy, un cuadro superior (ingeniero, gerente, administrador) que gana 75 mil euros nominales al año, cuesta 118 mil a su empresa y recibe en la mano 47 mil; mientras que el mismo en el Reino Unido cuesta 89 y recibe 52. Es decir, la carga de la seguridad social reposa sobre los hombros de las empresas y de los trabajadores individuales, y Macron propone que se saque de allí y se hagan cargo los impuestos en general, de modo de dejar más libertad a las empresas y mejorar el salario. Hay que ver cómo se lleva esto adelante, porque no es fácil hacer los números para que todo esto cierre y la sociedad lo acepte.

Acuerdos por empresa

El sistema actual favorece a las grandes empresas, multinacionales o no, que tienen los medios legales y técnicos para navegar la selva burocrática y jurídica de la ley francesa. Pero se sabe que son las pequeñas y medianas empresas las más generadoras de empleo. Simplificar los trámites, aligerar las cargas impositivas, es un imperativo para promover el empleo. Que sea más fácil emprender, hacer negocios, tomar y dejar empleados.
Agrava esto la ley que establece que los acuerdos nacionales negociados por los sindicatos por rama de la industria, son válidos y obligatorios para todas las empresas por encima de los acuerdos particulares por empresa. Ello establece escalas salariales, precio de horas extras, horarios, beneficios, etc., rígidos y obligatorios para todas las empresas de la rama industrial, cualquiera sea su tamaño y giro de negocio.  El programa de Macron propone invertir esta jerarquía, dando a los acuerdos por empresa validez por encima de los acuerdos por rama.

El mercado de trabajo a dos velocidades

El sistema actual ha generado también un mercado de trabajo a dos velocidades; por un lado un puñado de trabajadores con contrato sin término, sean funcionarios públicos o privados, que están seguros y protegidos en sus empleos, porque despedirlos es casi imposible o muy caro; y por otro lado una gran masa, cada vez mayor, de trabajadores, sobre todo jóvenes, que alinean contratos de corta duración, que cambian constantemente de empleo y que no pueden hacer planes de carrera. Uno de los puntos centrales del programa de Macron es extender la protección social a estos trabajadores precarios o independientes, reconocer su existencia, aceptar que el trabajo independiente ha llegado para quedarse, y hacer de modo que se integre al sistema y a sus beneficios.

Más allá del mercado de trabajo, los privilegios

Las elecciones legislativas en curso (escribo esto entre las dos vueltas) van camino de dar al Presidente Macron los medios para hacer realidad esta política. En los años venideros sabremos qué resultado da.
Pero:
Las reformas deben ir más lejos que el mercado de trabajo si se quiere cambiar en profundidad a la sociedad francesa. Seguimos a Jean-François Kahn en su artículo referenciado abajo, que dice: “[es necesario] el agrupamiento en torno a un proyecto de voluntades [decididas a] a atacar tan frontalmente los privilegios de fortuna como los de estatuto; a flexibilizar el mercado de trabajo para liberar el empleo, mientras se restaura una progresividad fiscal disuasiva de las remuneraciones obscenas (los 40 patrones del CAC40 ganan en promedio 4,5 millones de euros por año); [...] yendo más lejos en la baja de las cargas [...]”
La tarea es titánica pero, si obtiene resultados, será un aliento y una inspiración para los reformadores en países como el nuestro, con problemas, si no iguales, por lo menos similares.

Referencias

Jean François Kahn “Macron: dépasser les clivages, oui, mais jusqu’au bout”.
Ver sobre el mismo tema el artículo de Catherine Rampell en WP junio 8, 2017,
“Macron attempts a feat that Trump wouldn’t dare”

1 comentario:

  1. Cortito y al pie. Muy ilustrativo y ojalá Macron tenga suerte

    ResponderEliminar