Jorge Barreiro, en su blog Dudas Razonables, analiza la frase de Albert Camus “en políticia son los medios los que justifican el fin”.
Barreiro (y quizás Camus) da una solución fácil al problema de los medios y los fines, que me parece meramente retórica.
Parecería
querer decir que basta hacer lo correcto en cada momento para que al
fin se obtenga una sociedad justa, o por lo menos que basta no desviarse
del bien para no llegar al mal.
Una guía tan fácil (de decir, porque de hacer es mucho más difícil) me parece inaplicable.
En
primer lugar, porque obtura la discusión sobre los fines. Esos fines
tan elevados que justifican cualquier iniquidad, en general son elevados
solamente en los adjetivos que utilizan sus partidarios. El socialismo,
el comunismo, el ultra liberalismo o libertarianismo, y muchos
etcéteras, son como la “verdadera religión”: siempre pretenden llevarnos al paraíso.
En
el nombre de todas las religiones (e incluyo en esta denominación a los
variados nacionalismos) se han hecho barbaridades “necesarias” para su
triunfo, es decir para la “salvación” según sus criterios.
Como
los fines, en general, están protegidos de la discusión por un aura
religiosa de santidad, son sagrados y por encima de los
cuestionamientos, nos contentamos con poner en tela de juicio a los
medios.
La
política (incluyo en esto a la guerra) crea un estado de excepción
moral. Es muy difícil aplicar la moral familiar de todos los días en la
política (la guerra).
¿Está
todo permitido, como algunos dicen? ¿Están exentos de condena los que
torturan, violan, asesinan, secuestran? Se ha tratado de legislar y de
poner límites a la barbarie de la guerra con tratados internacionales,
declaraciones y acuerdos, con éxito muy limitado. Recordar el Plan
Cóndor y Guantánamo, para hacer una lista corta.
Sin embargo, la guerra (casi) siempre persigue fines sagrados (para alguien).
El
clásico en esa materia no es Albert Camus, que vivió el drama de la
guerra de Argelia con el alma dividida, era francés y argelino,
librepensador y de raíz cristiana, sino Machiavelli.
Isaiah Berlin publicó un ensayo sobre él donde señala justamente la novedad que introdujo.
Y
se trata de la incompatibilidad de dos códigos de moral. Lo que
destruyó Machiavelli, según Berlin, es la creencia en la compatibilidad
de todos los valores genuinos. (Ver el ensayo de Isaiah Berlin).
Creo que la discusión sobre los fines no nos la podemos ahorrar de ninguna manera.
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